
Astrofotografía en Cayambe, Ecuador
Qué bien el Cayambe, se puso de nuestro lado para poder tomarle fotos. Aunque sí nos lanzó un frío y viento importante,
Me acuerdo que estaba almorzando con mi familia en Quito. Mi mochila estaba ready y al rato dije “me voy” y reservé unas noches en el hostal La Cigale, con desayuno incluido. Mis pas me dejaron en la estación de bus y me dijeron “cuídate mijito”. Subí a la unidad y me senté. Me acordé de mi perro, me acuerdo que me dolió mucho dejarle al Tomás, pero quedó en buenas manos. Así empezó esta mochileada.
Llegué a Cuenca después de un viaje tenaz. Cuando parecía que iría sentado solo, un man se subió y se sentó al lado mío, en el único puesto libre. Tuve que cargar mi mochila, mi sleeping y mi aislador las 11 horas que duró el viaje, por desconfiado no les guardé en la cajuela del bus, dije deley me roban. Pero bueno, llegué al hostal al amanecer.
Más abajo les cuento rápidamente lo que hice en Cuenca, pero en mi cuaderno escribí algo que considero importante – fui con un cuaderno para anotar cosas y estoy leyéndolo después de 7 años –
“Estaba seguro que quería viajar, ahora a ratos digo ¿qué hice? y a ratos digo qué bien que vine… ha pasado solo un día y estoy pensado en regresar… veamos qué pasa”.
Marcó mi viaje porque sentía que había cometido un error, después de un día de estar fuera de mi casa ya no quería seguir. Por mucho tiempo, e incluso hasta hoy, este es uno de los sentimientos que más vivo lo tengo por todo lo que significó. Ahora estoy seguro que el error hubiera sido regresar. Les cuento porque puede ser una situación relacionable.
Lo pensé y fue miedo. Miedo de seguir solo y entrar en territorio desconocido. Ese momento pensaba que debí haber viajado con alguien porque a veces en la familiaridad está el apoyo y la seguridad y no puedo decir que el viaje hubiera sido mejor o peor con algún amigo pero creo, en un 99.9%, que fue mucho mejor ir solo. De todas maneras nadie quiso venir conmigo :), entonces gracias.
Caminé por todos lados, por el Centro Histórico, por el río Tomebamba, me subí incluso a ese city bus tour como buen turista, comí en huecas, fui al bar de mi hostal que tenía música en vivo y a otros cercanos, muy buenos. Cuenca es muy linda, acogedora, limpia y mucho más tranquila que Quito. También, me hice pana de un australiano del hostal que me presentó a sus amigas y amigos mochileros. Las cosas mejoraban poco a poco, ya no estaba solo. En los días que estuve fui al Parque Nacional Cajas y a las Ruinas de Ingapirca. Es chistoso porque un día tenía planeado ir a las ruinas pero me levanté tarde y terminé yendo ese día al Parque Nacional Cajas. Son estas 2 visitas a estos lugares y las circunstancias que influirían en mi llegada al Parque Nacional Torres del Paine en Chile, lugar que nunca había escuchado antes y que me enteré de su existencia semanas después de estar viajando. No tiene sentido ahora que lo digo así pero ya verán en los siguientes blogs cómo todo está relacionado.
La siguiente parada es justamente el Parque Nacional Cajas, lee aquí sobre este gran paseo con increíbles paisajes. Les dejo unos consejos cuando ya se pueda viajar por esto del virus.
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Qué bien el Cayambe, se puso de nuestro lado para poder tomarle fotos. Aunque sí nos lanzó un frío y viento importante,